domingo, 28 de junio de 2009

La Eterna Esperante

Apenas se me da la oportunidad me encuentro esperando. Por eso detesto el delivery, porque significa esperar. Hasta en McDonald's espero. Espero a que llegue la comida, espero para ir a la facultad, espero a un amigo que está por llegar, a otro que está por llamar, espero la hora para, espero que pase la hora, espero que pase algo (el colectivo).
Hay algo de la estática del esperar que me atrapa y me deja clavada a un lugar. Busco algo para hacer mientras espero, pero no puedo, a la vez, desconcentrarme de mi espera. Espero, eso es lo que hago, no puedo distraerme, tengo que estar preparada para cuando llegue "el momento", no vaya a ser que me tome por sorpresa. Y es cuando uno "menos se lo espera" que las cosas pasan.
Es para des-esperar.

viernes, 26 de junio de 2009

A Todo o Nada

Tiendo al Absoluto. Me la paso rebotando de un Ideal a otro. La sentencia es siempre la misma: insuficiente.
"Ser o no ser, esa es la cuestión". Bueno, pues no lo es. Hay grados de ser (sino sería intolerable, como para algunos lo es). Somos seres en formación, en continua transformación. "Ser" es otro absoluto. Se es esto (por un rato), no se es aquello (hasta que se lo es), o mejor dicho, se está aquí y allá, por momentos. "No ser" es otro absoluto, digamos una absoluta contradicción, un punto inalcanzable (aun en la muerte somos, seguimos siendo, para los que quedan y en los que nosotros quedamos). El absoluto aniquila, niega la posibilidad de acceder a otra cosa, niega la realidad de los grados del ser, cierra puertas. Pero necesitamos algunas certezas inamovibles, soy esto, no soy lo otro. Olvidamos que si somos algo somos enigma, somos misterio. Asunto complejo que nos lleva a proveernos de nombres para las cosas, para los estados de alma, para nosotros mismos. Y olvidamos que es el otro quien nos nombra. Y que nada es lo que parece. No nos parecemos a nosotros mismos. Ahí reside la angustia. Buscamos en el espejo una imagen que nos defina, cuando es la mirada del otro la que nos define, y la que desconocemos. Nuestras acciones también sirven de espejo, y a veces nos devuelven una imagen desfigurada: no somos lo que creíamos ser.
Lo absoluto, lo completo, lo que "cierra". Cierra puertas, posibilidades, y la aventura (no siempre grata y sin peligros) de ser múltiples.

sábado, 13 de junio de 2009

Qué hacés?

Somos lo que hacemos o hacemos lo que somos?

Es curioso que el saludo en Argentina se formule con esta pregunta. Tan importante es lo que uno hace? Más aún que lo que uno es? (bueno, como si esto se pudiera definir)
Quizá para un mundo exitista lo sea; cuanto más vale para el otro lo que hago, más valioso me encuentran y más valioso me encuentro yo.
Recuerdo que cuando volví de México a los diez años esta pregunta me ponía muy nerviosa. Cada vez que sonaba el teléfono y yo me encontraba haciendo nada (cosa que ocurría a menudo), me rompía la cabeza pensando en qué mentira podía inventar para responder adecuadamente a esa pregunta tan molesta. Lo admito, tiendo a ser un tanto literal. Me costó acostumbrarme al hecho de que no era en sí una pregunta sino un simple saludo. Pero qué curiosa manera de saludar!
En Colombia, por otro lado, la pregunta-saludo es otra: "qué más?" Asunto más incómodo todavía. Qué más qué? Ya te aburrí? pero si todavía no dije nada!
Pero supongo que, como toda convención, estas preguntas-saludo tienen su razón de ser porque no significan nada, están ahí para simplificar las cosas. Qué pasaría si el saludo consistiera en un "cómo te sentís?" Sería complicado, y tomaría un tiempo del que no disponemos. Por eso su reemplazo, el famoso "todo bien?", y su muy avispada respuesta por parte de algunos, "sí, o querés que te cuente?"