martes, 15 de septiembre de 2009

Se pinchó la goma, traigan el repuesto

Hay gentes que no soportan el desinfle ajeno. Tenés que estar bien, funcionar, ponerte las pilas como el conejito. Si no, te miran como si fueras de otro planeta, un planeta incomprensible, inhóspito, donde nada se produce, todo está detenido.
Después están estos giles que insisten con volver a la luna, donde que yo sepa no pasa naranja, salvo la banderita norteamericana que si parece que se mueve no es por el viento sino porque le pusieron un palito para hacer como si. Ni la banderita se puede desinflar.
Hay algo del vacío, de lo inmóvil, que nos saca de quicio.
Hoy a los chicos les enchufan un cable y andan como locos, tienen la agenda más llena que Obama. En la televisión todo se mueve frenéticamente, los dibujitos, los payasos estos que animan los programas. El otro día mi sobrina de casi cinco años me dijo "no hay que rendirse". Ehh? Quién te dijo eso, le pregunté. En la tele, me contestó.
Tenés que reaccionar, me dijo ayer mi viejo. Qué soy? Un recién nacido al que le dan palmaditas en el culito para que reaccione y muestre que está vivo? Y sí, dan ganas de llorar.
No se hable más del tema, este conejito se quedó sin repuesto.

jueves, 23 de julio de 2009

Levedad

Soy tomada por una cierta lentitud, en mis movimientos, mi sentir y mi pensar. Algo dulce y calmo que pesa sin aplastarme. No tengo la voluntad ni el deseo de salir de esta nada que me tomó por completo. Al no poder con las cosas me deshabito. Reina un vacío que propicia mi inexistencia. Me dejo estar al sol, fumar, como un convaleciente al que se le otorgan ciertas libertades. No estoy en mí, que nada me devuelva a mí. No hay falta, me colmo.
De pronto la ruptura y me siento. Vuelvo por un instante a mí y estoy en falta. El mundo, me dice una voz, está para ser habitado, experimentado; uno está para hacer, para ser, dice la voz. Hoy no estoy ni soy. Algo suelto, que flota, algo frágil y precario. Cualquier cosa puede romperme. Sin embargo, me siento más fuerte que cuando siento y vivo. Hoy me encuentro incapaz de rellenar mi día con actividades, motrices o cerebrales. No comprendo lo que leo ni lo que escucho. No tengo acceso a lo dicho, y apenas la fuerza para decir. Un privilegio que durará sólo un instante. Hay algo de disfrute plácido en este estado que me amenaza levemente. Lo conozco, es el comienzo de una caída. Pronto vendrá el movimiento enloquecido. Me acerqué a algo, es el intento de huida que será patético. Dejarme ir me da pánico.
Dejo de flotar para caer al precipicio de lo conocido. Vuelvo a mí y soy, una vez más, esa extraña en un cuerpo que el espejo me devuelve con ironía. Este rostro no es tuyo, me dice, arreglátelas como puedas.
El hechizo roto no queda otra que ponerse en movimiento. Llegó el invierno de ser otra.

domingo, 28 de junio de 2009

La Eterna Esperante

Apenas se me da la oportunidad me encuentro esperando. Por eso detesto el delivery, porque significa esperar. Hasta en McDonald's espero. Espero a que llegue la comida, espero para ir a la facultad, espero a un amigo que está por llegar, a otro que está por llamar, espero la hora para, espero que pase la hora, espero que pase algo (el colectivo).
Hay algo de la estática del esperar que me atrapa y me deja clavada a un lugar. Busco algo para hacer mientras espero, pero no puedo, a la vez, desconcentrarme de mi espera. Espero, eso es lo que hago, no puedo distraerme, tengo que estar preparada para cuando llegue "el momento", no vaya a ser que me tome por sorpresa. Y es cuando uno "menos se lo espera" que las cosas pasan.
Es para des-esperar.

viernes, 26 de junio de 2009

A Todo o Nada

Tiendo al Absoluto. Me la paso rebotando de un Ideal a otro. La sentencia es siempre la misma: insuficiente.
"Ser o no ser, esa es la cuestión". Bueno, pues no lo es. Hay grados de ser (sino sería intolerable, como para algunos lo es). Somos seres en formación, en continua transformación. "Ser" es otro absoluto. Se es esto (por un rato), no se es aquello (hasta que se lo es), o mejor dicho, se está aquí y allá, por momentos. "No ser" es otro absoluto, digamos una absoluta contradicción, un punto inalcanzable (aun en la muerte somos, seguimos siendo, para los que quedan y en los que nosotros quedamos). El absoluto aniquila, niega la posibilidad de acceder a otra cosa, niega la realidad de los grados del ser, cierra puertas. Pero necesitamos algunas certezas inamovibles, soy esto, no soy lo otro. Olvidamos que si somos algo somos enigma, somos misterio. Asunto complejo que nos lleva a proveernos de nombres para las cosas, para los estados de alma, para nosotros mismos. Y olvidamos que es el otro quien nos nombra. Y que nada es lo que parece. No nos parecemos a nosotros mismos. Ahí reside la angustia. Buscamos en el espejo una imagen que nos defina, cuando es la mirada del otro la que nos define, y la que desconocemos. Nuestras acciones también sirven de espejo, y a veces nos devuelven una imagen desfigurada: no somos lo que creíamos ser.
Lo absoluto, lo completo, lo que "cierra". Cierra puertas, posibilidades, y la aventura (no siempre grata y sin peligros) de ser múltiples.

sábado, 13 de junio de 2009

Qué hacés?

Somos lo que hacemos o hacemos lo que somos?

Es curioso que el saludo en Argentina se formule con esta pregunta. Tan importante es lo que uno hace? Más aún que lo que uno es? (bueno, como si esto se pudiera definir)
Quizá para un mundo exitista lo sea; cuanto más vale para el otro lo que hago, más valioso me encuentran y más valioso me encuentro yo.
Recuerdo que cuando volví de México a los diez años esta pregunta me ponía muy nerviosa. Cada vez que sonaba el teléfono y yo me encontraba haciendo nada (cosa que ocurría a menudo), me rompía la cabeza pensando en qué mentira podía inventar para responder adecuadamente a esa pregunta tan molesta. Lo admito, tiendo a ser un tanto literal. Me costó acostumbrarme al hecho de que no era en sí una pregunta sino un simple saludo. Pero qué curiosa manera de saludar!
En Colombia, por otro lado, la pregunta-saludo es otra: "qué más?" Asunto más incómodo todavía. Qué más qué? Ya te aburrí? pero si todavía no dije nada!
Pero supongo que, como toda convención, estas preguntas-saludo tienen su razón de ser porque no significan nada, están ahí para simplificar las cosas. Qué pasaría si el saludo consistiera en un "cómo te sentís?" Sería complicado, y tomaría un tiempo del que no disponemos. Por eso su reemplazo, el famoso "todo bien?", y su muy avispada respuesta por parte de algunos, "sí, o querés que te cuente?"

viernes, 29 de mayo de 2009

Muerte

La abuela. La que safaba en navidad gracias a su alzheimer y su sordera.
Qué se hace en un velatorio?
Primero lloramos un poco (o mucho, depende del muerto) y nos emociona la emoción de los otros, y así lloramos un poco más.
La familia reunita. Nos reencontramos con primos, tíos, caras conocidas sin nombre, nombres sin cara conocida, y una cantidad de información acerca de quién es hijo de quién y cuántos hijos tienen estos hijos. Y, nobleza obliga, se les deben comentarios acerca de cuán grandes están los chicos, qué bonitos todos, cuán viejos, o gordos están ellos, y qué felicidad verlos a todos (incluídos los sin nombre y los sin cara). La única diferencia con algunas navidades multitudinarias es que, primero, la abuela safó más que nunca, y segundo, la falta (muy sentida) de canapés y copas de champán.
Nadie (salvo los hijos y algún morboso) se anima a mirar dentro del ataúd. Los niños corretean, abrumados por algo que no terminan de comprender. Para ellos es un juego. Alguien se murió y lo guardaron en un cajón. Y ahora qué pasa? Se queda a vivir ahí? Toma la escalera que va al cielo (porque cómo llegar tan alto sino?), se lo lleva el cuco porque también como ellos se portó mal pero no pidió perdón? Demasiadas preguntas sin respuesta, o demasiadas respuestas a una sóla pregunta: qué significa un muerto? Y lo que los niños quizá ignoren es que las mismas preguntas, las mismas respuestas, pasan en ese mismo instante por la mente turbada de los grandes. Pero no hay tiempo para pensar porque qué grande que está! cuántos tenés ya? y quién es el narigón canoso que me resulta tan familiar?
Siempre está, por supuesto, el que se confunde de sala, y llora un poco al pedo hasta que se da cuenta de su error y con fingido pesar se retira.
Y mientras los vivos nos lanzamos a esta pantomima necesaria, el muerto descansa en paz. Después de enterrarlo nos vamos todos, con la propia mortalidad a cuestas y el estómago vacío.