martes, 15 de julio de 2008

Crónica de un ex fumador

Día 20

Días difíciles. He entrado en una etapa de estricto ascetismo. A todo digo que no, única manera de estar seguro de no caer en alguna trampa preparada por mí mismo o por los otros. El motivo de esto es haber caído estrepitosamente casi sin darme cuenta. Pasé un par de días oscuros y confusos encerrado en el baño, tomando champán y fumando estos habanos que no puede haber sido sino el mismísimo demonio quien los envió. Abandoné mi novela por completo. Me abandoné a mí mismo y me sentí de maravilla. Hasta que desperté a lo que estaba haciendo. Entonces decidí terminar con todo. Arrojé los habanos por la ventana, le regalé las botellas de champán que quedaban a Jorge, quien riendo, siempre riendo, me dio las gracias y me invitó a cenar. Me vi obligado a negarme. Volví a mi casa con la determinación de negarme a todo y de entregarme a una vida frugal y vacía, alejado de cualquier tentación. Parece estar funcionando a la perfección.
Hace ya más de una semana que no fumo ni tomo. Como lo estrictamente necesario, basando mi régimen alimenticio en frutas y cereales. No sé cómo hice, pero logré matar mi apetito por todo cuanto pueda dañarme o llevarme al exceso. He llegado al punto de olvidar por qué era que fumaba, tomaba o comía como lo hacía. Al observar a la gente me pregunto por qué lo hacen, qué misterioso placer encuentran en ingerir todas esas sustancias y toxinas. Nunca llego a una respuesta satisfactoria.
Terminé mi novela. Me vi obligado a deshacerme del protagonista ya que su estilo de vida estorbaba al mío. Murió tirándose de un piso trece. Puedo decir al menos que no tuvo una muerte dolorosa, aunque sí una vida fútil y licenciosa. El libro no es bueno, como no lo era mi vida mientras lo escribí. Mi editor va a enloquecer probablemente cuando le diga que no pienso publicarlo. Además, ya estoy escribiendo otro. En él muestro las virtudes de una vida de renunciamiento basada en la moral y las buenas costumbres. Postulo que los excesos no sólo nos dañan a nosotros mismos, sino que también a los que están a nuestro alrededor y a nuestros amigos los animales y las plantas. Y voy mucho más allá en mi planteo cuando digo que Dios seguramente inventó los excesos para ponernos a prueba.Una nueva verdad me fue descubierta y ahora veo a todo aquel que fuma, toma y come más allá de lo estrictamente necesario, como a seres condenados a un círculo vicioso de necesidades inventadas por la era mecanizada y consumista en la que vivimos. Todo esto y más expongo en mi libro. Todavía no encontré un título apropiado, pero seguramente será algo así como “La Verdad Revelada luego de una Vida Licenciosa”. A pesar de su longitud, me parece altamente sugestivo, y quien no lo compre no está listo para esta revelación. Otro título posible sería “La Virtud de decir NO”, pero esto puede ser mal interpretado como algo negativo, mientras que todo es positivo en mi nueva doctrina. La vida es maravillosa y somos todos perfectibles.

No hay comentarios: