viernes, 4 de julio de 2008

Crónica de un ex fumador

Día 5

Anoche sonó el teléfono repetidas veces. Me abstuve de atender, sabía que era ella. Esta mañana ya lo había olvidado. Cuando sonó atendí y escuché una voz llorosa que repetía frases incoherentes del tipo de tan orgullosa, yo sabía que vos podías, podés contar conmigo, y ese tipo de idioteces. Calmate Miriam, repetía yo como autómata, mientras pensaba dónde había dejado los cigarrillos. Entonces caí en la cuenta de que ya no había cigarrillos en mi casa y de que ese era el motivo por el cual esa voz desfigurada me llegaba, ahogada en sollozos de orgullo y redención, desde el otro lado del tubo. La hice corta, estoy cagando le dije y corté. Acto seguido fui al baño. Estuve sentado largo rato hojeando unas revistas y descubrí la paz. Nunca se me dio, como a tantos otros de mi estirpe, prender un cigarrillo mientras cagaba. Ahora encuentro que el baño es mi nuevo santuario, el inodoro, como vulgarmente se lo llama, mi trono. Pero claro, no me la puedo pasar acá adentro. Pero por lo menos acá puedo leer, volví a escribir, casi podría decir que soy feliz, lejos de todo y de todos. El teléfono sigue sonando. Creo que hasta me estoy divirtiendo.

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