jueves, 3 de julio de 2008

Crónica de un ex fumador

Día 4

Café El Cairo
Primera aproximación : acá estoy, sentado en éste café que tantos recuerdos me trae de noches enteras leyendo y escribiendo y, sí, fumando fumando fumando...Ya no. Hoy no. Este es mi primer intento por quedarme sentado en un café sin prender un cigarrillo. No fue fácil decidirme, pero, después de todo, éste es mi principal motivo para dejar de respirar, no no! Quise decir fumar, fumar, dejar de fumar! Esto es terrible, así no se puede...Como decía acá estoy sentado, ya pasaron más de cinco minutos, estoy seguro, no dejo de mirar mi reloj. Tengo ante mí las obras completas de Borges, que me aburren tremendamente pero por lo menos no me producen esas ganas...pensé en traerme a Pessoa pero estaría perdido. Carver, ni hablar. Tampoco mis poetas favoritos. Quizás Machado habría resultado inofensivo, pero me trae recuerdos de otras épocas, aquellas en que. Borges. Pensar en el viejo ciego me deja en un estado de paz y nada absoluto. Ahí me traen el té. Iba a pedir café claro, pero...un té está bien, es anodino, como Borges. Lo tomo, abro el libro pero no leo, escribo. La gente se ve tan pacífica, seguro debe haber algún fumador entre ellos...cuál será? Ese señor que se retuerce en su silla mientras el otro le habla, puede ser. Esa chica que está meta chupar la cucharita del café mientras su novio, en el caso de que sea su novio, se explaya sobre quién sabe qué tema. O esa señora gorda que le arremete a la medialuna como si fuera un salvavidas. Eso, una medialuna me voy a pedir, excelente!
El moso no me mira...antes, cuando trataba de llamar la atención de un moso y no lo lograba prendía uno y listo, esperaba tranquilo. Ahora no tengo ni una medialuna para mordisquear. Y dejé de comerme las uñas, es un hábito asqueroso y de lo más antiestético. Ahora me dedico a toquetearme el bigote, un poco más de lo habitual. Además, así tengo pinta de intelectual. Ya van diez minutos. Me tomé el té. Ya no sé qué más hacer en este lugar. Borges fue un error, esta asquerosidad de agua turbia fue otro, dejar de fumar el mayor de todos.

Ya en casa pero no por eso más tranquilo. Tuve que hacer un esfuerzo de titán para no parar en un kiosko. Caminé lo más rápido que pude. Ahora que estoy acá tampoco sé qué hacer ni quién soy. Estoy durmiendo doce horas por día, sólo porque estar despierto me resulta torturante. No estoy escribiendo. No estoy viviendo. Ya no veo a mis amigos fumadores, los pocos que quedan. Tampoco veo a los no fumadores y mucho menos a los ex fumadores. A estos últimos los detesto, aunque yo me esté convirtiendo en uno de ellos. Los no fumadores no me entienden y me miran con lástima, como si fuera un ser de otra galaxia que intenta abrirse paso en este mundo de hombres libres. Los ex fumadores me miran también con lástima, porque entienden por lo que estoy pasando, pero a la vez disfrutan de mi tragedia. Y, superados ellos, me atiborran de consejos inútiles que no les sirvieron para nada. Si dejaron de fumar fue porque un buen día decidieron convertirse en escoria y lo lograron. Nada peor que un ex fumador. Pero qué digo?
La culpa es mía, yo sabía que en el mismo momento en que abriera el pico y les contara de mi desición se avalanzarían sobre mí como buitres. Y así fue. Con miraditas de sosobra me invitaron a ser parte de ellos, como te invitan a formar parte de una secta satánica. En un principio creí que podría ayudarme, compartirlo con otros que hubieran pasado por lo mismo. Eso fue ayer. Lo llamé a Raúl, que no fuma hace un año. Grave error. Un año no es suficiente, siguen siendo vulnerables, y por ende peligrosos. Venite ya para casa, me dijo el muy pendejo, lo tenemos que hablar, no es nada fácil. Le dije que tenía que llevar el perro al veterinario y después ponerme un enema. No se lo tomó bien, lo del enema. Pero había podido percibir la satisfacción en su voz cuando dijo no es nada fácil. Había caído en la trampa yo solito. Y Raúl se encargó de transmitir la noticia a los otros sectarios, incluída mi ex mujer. Todavía espero, y temo, su llamado, que no tardará en llegar. Pero claro, ya no atiendo el teléfono.

2 comentarios:

Estrella dijo...

Para mí vas bien, ya sos un ídolo.
A los cuatro días entrar al Cairo con libro incluído, pedir un TÉ... y pasarla mal! Claro.
Me gustó tu radar, buscando a aquel fumador posible.
Los ex fumadores son detestables, impiadosos, fundamentalistas, envidiosos del cigarillo ajeno. Que no te pase eso, que conserves la solidaridad con el vicioso.
Buen fin de semana, que presiento, no será fácil.

Anónimo dijo...

gracias estrella! buen fin de semana para vos también.
viva el vicio, propio y ajeno!