domingo, 29 de junio de 2008

Otro Hambre

No sabía qué era peor, si la soledad de malacompañarse uno mismo, o la soledad de que te malacompañen los otros. Trabajar es un deber, le había dicho la cuñada con tono de reproche. Se le hizo un agujero en el estómago, en parte porque tenía hambre. Hambre también de poder sostener una conversación con gente que no se agarrara de conceptos como “el deber” para persuadirlo a uno de que ser feliz es posible.

2 comentarios:

mili dijo...

será que he sustituido sus conversaciones con las empanadas?. tengo hambre de las conversaciones donde usted me entiende incluso en el "deber" de entenderme.

Anónimo dijo...

ningún deber, querida mili, yo a usted la entiendo por ósmosis querendoso.
qué alegría tenerla de vuelta por los acases.