lunes, 23 de junio de 2008

La Vuelta a Manzana...JA!!

Nadie me avisó que no se podía dar a las tres de la mañana...

Estábame yo en lo de mi querido amigo Mariano, quien ocupado como estaba con sus valijerias de viaje no tenía ya más utilidad que hacer de mí. Por ende me decidí a prolongarme hacia el boliche yo sola a donde encontrarme con mi amigo el colo quien probablemente tampoco tendría utilidad para mí. Con esa perspectiva salí de lo más campante, como tantas otras veces, hacia el afuera nocturnal. Iba yo a cuadra y media de lo del antes mencionado cuando veo con mis propios ojos y siento con mi propio sentir el peligro acechante de un grupete masculino de seis encapuchados justo en la calle por la cual iba yo a doblar. Digome "detente! y sigue tu camino derecho por la misma cuadra oscura", así lo hago cuando a de repentes encuéntrome fantaseando con que me siguen. Miro para atrás para descubrir oh sorpresa! que no era tal una fantasía más un hecho : tres encapuchados se acercan hacia mí y discursan así : "no tenés una moneda?" Oh no, me digo. "oh no", les digo. Es entonces que el malhablado lanza su contraataque : "dame el celular" y muéstrame una navaja, que a mi pobre memoria se le presenta como no sólo pequeña sino también un tanto oxidada. Nunca lo sabremos. Ante semejante orden mis sentidos enmudecieron y sólo mis grandes poderes de supervivencia tuvieron lo qué decir: al trote partí en sentido contrario! Corrí cual leona en la selva, cual amazona, cual maratonista, y tales fueron mis poderes atléticos que atónitos dejé a mis perseguidores, quienes, a verdad decir, o bien no se encontraban en buen estado físico, o bien no supieron qué hacer ante semejante reacción escapista y cobarde de mi parte. Realmente la juventud está perdida! No sólo quierenme robar, estafar diría yo (cuánto pueden sacar con un celular de hace tres años?), sino que por encima de esto no tienen ni el estado físico ni la buena predisposición para ponerse a la altura de mi desafío. Admito, encontrarme correteada por tres encapuchados no era mi idea, pero entonces cuál era? No lo sé ni lo sabré. Tuve suerte? La tuve.
Topeme con ladronzuelos que no estaban a mi altura. Triste hubiera sido termianr navajeada y llena de óxido en una callejuela oscura y deshabitada, sin celular, quizás sin ropa con la cual presentarme nuevamente en sociedad, quizás incluso sin honor ni respeto por mí misma. Como se sucedieron los acontecimientos antes racontados, pude retornar a lo del antes mencionado no sólo vestida y telefónicamente habilitada, sino con el honor intacto y un cierto regocijo ante tal escapada inspirada por quién sabe qué instinto bien conservado en mi cuerpo físico.
Quiero agradecer a los pillos la lección aprendida esa noche : no importa qué tan ensimismada en mí misma, no importa qué tan inútil le sea a los otros, no importa en fin nada de lo que hace que a uno se le dé por salirse a pasear. No es seguro dar la vuelta a manzana a las tres de la mañana. Ni a ninguna hora para el caso. Punto final. Derrumbe definitivo del mito de la vuelta a manzana.

No hay comentarios: