lunes, 16 de junio de 2008

La Familia

En la familia somos todos del campo, todos pensamos igual respecto de todo o así lo aparentamos porque aparentamos todo. A quien no está de humor o con ánimo civilizante, se le frunce el ceño. Quien busca un poco de camorra como deporte sano que es en algunas otras civilizaciones, es deportado a la mesa de los pequeños, que tampoco pelean. No se discute nada porque pensamos todos lo mismo y si esto no es cierto se lo aparenta. Mantenemos el satus quo que de status no tiene nada y de quo no sé porque siempre me dio miedo esa palabra gelatinosa. Las matriarcas reinan, de más está decirlo. A los patrircas se los tolera, como a niños. Obligatorios son los por favor, gracias y los qué rico durante la comida abundan. Es marca de la civilidad que de tanto en tanto se nubla por culpa de alguno que olvidó la palabra clave. Se habla mucho de comida, siendo un tema poco conflictivo. Es de buen entender que nadie empiece a comer hasta que todos los comensales se hallen sentados a la mesa, y nadie osará levantarse hasta que todos hayan terminado. Tradicionalistas, las mujeres levantan la mesa mientras los hombres hablan de cosas de hombres, como en los viejos tiempos, tan bonitos. Fumar es negativo y todo lo negativo es excomunicado de la comunidad al instante, así como el conflicto, cuando sentados a la mesa. La paz reina, a veces in absentia. El que se queja se queda solo, al rincón, para que aprenda que la vida es bella. No hay nada de qué quejarse. Vivimos en el mejor de los mundos posibles y somos todos del campo.

3 comentarios:

DiegoS dijo...

Lo mejor que he leído (pretérito compuesto, soy salteño) acerca del conflicto del campo. Genial.

Estrella dijo...

Ja, la familia Ingalls de tierra´dentro.

Conjuro dijo...

Me alegro que en Afganistán sean tan civilizados, pero me jode un poco esperar a los demás porque la comida se enfría.
El resto creo que puedo actuarlo, cualquier domingo de estos paso a comer con la familia.