martes, 22 de enero de 2008

Pedagogía II : El que Aletea

Conozco un chico de ocho años quien, cada vez que se emociona por algo se le da por aletear (sí, como si quisiera hechar a volar o estuviera espantando moscas). Ahora bien, esto lo viene haciendo hace ya unos años y es motivo de gran preocupación por parte de los padres, abuelos y por supuesto, "educadores". Yo puedo entender que parezca un algo extraño y dé impresión cuando se lo ve (sobre todo a medida que pasan los años), y claramente el propósito de los antes mencionados es que deje de hacerlo y encuentre una manera más convencional para expresar sus emociones.

A mí se me da por pensar en el aplauso, porque el aplauso, no es una manera (convencional, eso sí) de aletear? Se espera de nosotros que aplaudamos cuando nos gusta una obra de teatro, un recital, o un buen orador, todo esto estando en masa. El aplauso es convencional, socialmente aceptado y hasta esperado (el que no aplaude es un mala onda). Pero qué pasaría si a uno se le diera por aplaudir fuera de estos contextos? Como cuando alguien dice algo con lo que estamos de acuerdo, o cuando nos gusta una comida, o pasa un avión, o simplemente cuando algo nos produce cierta emoción...nos hechamos a aplaudir, solitos, de la nada, como locos. Nos van a mirar con igual espanto que al chico que aletea.

Quizás la "salvación"de este chico resida en circunscribir su aleteamiento a los teatros, recitales, discursos, etc. Mientras nosotros aleteamos a nuestra manera quizás nadie le preste atención.



Y así la espontaneidad de la infancia se nos va por la tubería de las convenciones.

No hay comentarios: